Los domingos solíamos hacer crepes con mi abuela y me contagio de la "Creptomania".
Descubre en la imagen de atrás la arquitectura prodigiosa del Monte Saint Michel y su Bahía lo hacen el sitio turístico más concurrido de Normandia y uno de los primeros de Francia, con unos 3,2 millones de visitantes cada año. La estatua de San Miguel Arcángel colocado en la cumbre de la iglesia abacial se erige a 170 metros por encima de la orilla.
El baúl de los recuerdos de mi madre.
Yo Thierry a los 11 años y mi hermana Rachel.
¿Recuerda momentos con tus abuelos?
Vivía en el campo de Normandía, donde mi abuela perdió a tres hermanas durante el bombardeo del desembarco a la segunda guerra mundial, y mi abuelo pasó la guerra prisionero de los alemanes.
Desde pequeño me gustaba cocinar, y todos los miércoles no había escuela por la tarde
¡Viva los miércoles!
Aprovechaba para cocinar una torta, un bizcocho, lo que fuera para merendar.
Recuerdo los libros viejos de cocina de mi madre y mi abuela, con sus páginas amarillas y ese olor característico a libro antiguo que siempre me fascinó.
Los domingos solíamos hacer crepes con mi abuela, y me contagio de la "Creptomania".
Es contagiosa, te aviso para que no me diga que no lo sabias.
De estudiante hice muchos trabajos. A los 16 años trabajaba como vendedor en una tienda de electrónica después de clases y los fines de semana.
Empezó a aparecer los primeros ordenadores domestico y apenas sabía dónde estaba el botón de encendido de un ordenador para vender no es lo ideal.
Pasé veranos trabajando detrás de un camión de recogida de basura, ojo eso sí paga bien, también como vigilante en las puertas de una central nuclear, e incluso como conserje en una residencia de barrio... La lista es larga.
Thierry Carayol, nacido en el glorioso año ..69 en la ciudad francesa de Cherbourg, me formé como técnico en automatización de sistemas industriales.
Viajaba por toda Europa para automatizar cadenas de producción en diferentes industrias, desde la automotriz hasta la aeroespacial, pasando por la farmacéutica, la del cemento, el yeso, la fabricación de papel, y hasta la nuclear…todo tipo de industria.
Cansado de escuchar a jefes incompetentes que nunca habían salido de su oficina y que me decían cómo hacer las cosas en el terreno, decidí mandarlo todo a la miérdoles…
Después del fallecimiento de mi padre a los 47 años, sentí que necesitaba aventura, adrenalina, vivir algo diferente, comerme el mundo.
Una vida con propósito, que valga la pena de vivirla.
¿Cómo es tu vida en estos momentos?
Algunos hechos en la vida de cada uno/a que pueden ser una fracción de segunda te cambia las perspectivas de como ver y interpretar la vida.
En 1996, dejé mi tierra rumbo a Canarias, ¡y vaya aventura fue!
Imagínate, el siglo pasado (y si pasa el tiempo) entonces no existía internet, Google Maps ni Wikipedia, y mucho menos las redes sociales.
Con mi viejo coche que parecía beber aceite en lugar de gasolina cruce toda Francia y España para llegar a Cádiz.
Después de cruzar el océano durante tres días, finalmente llegué a tierra firme en Santa Cruz de Tenerife.
No sabía nada sobre hostelería, no hablaba español, no tenía dinero. Yo era el típico fiestero, soltero, gastaba todo mi dinero en fiestas con amigos/as y ni siquiera sabía hacer crepes de manera profesional.
Comencé con un modesto local de 20 m², con cocina y baño incluido, similar a un departamento de Hong Kong.
Poco a poco aprendí a hacer crepes, mejoré mi español y me enamoré del fascinante mundo de la hostelería. Trabajaba de 15 a 20 horas diarias para salir adelante.
Sin darme cuenta, trabajé tres años sin vacaciones, porque me gustaba demasiado lo que estaba haciendo. Tuvieron que llegar mis primeras vacaciones para darme cuenta de que no podía seguir así.
La vida me pasaba por delante y no estaba haciendo nada más que trabajar
Me estaba haciendo mi propio pozo y estaba trabajando para pagarme el ataúd de madera de 5 bellotas con manijas de oro, capitaneado con sedas de Asia.
¡No vino para eso, carajo!
De hostelero a gestor de hostelería.
Comencé entonces la búsqueda de un encargado, no fue tarea fácil, pero lo conseguí. Empecé a formarlo, a entrenarlo en todo el concepto, la política y la filosofía del negocio que yo tenía en mi cabeza.
¿El resultado?
En 2001 abrí el segundo negocio en Santa Cruz de Tenerife. En 2006, otro en Candelaria. En 2009, otro en Puerto de la Cruz.
En este último fracasé. Estaba muy lejos de mi casa y no lo cuidé como debía haberlo hecho. No seleccioné a las personas adecuadas.
Aprendí mucho, y me tocó hacerme cargo de todos mis errores, lo cual, sinceramente, me vino bien.
Con todo lo aprendido, seguí ampliando el negocio hasta que en 2011 abrí otro en La Laguna.
No te creas que el camino fue tan sencillo atravesando el océano de un empresario, crisis , robo, juicios, etc. Son las reglas del juego.
Te voy a confesar una cosa: Vale la pena.
Terminé mi aventura en Canarias con 5 locales y 60 empleados y todo un dossier para empezar a franquiciar.
De repente aparece un empresario italiano escondido como un león esperando su presa y me compro la empresa.
En 2013, otra gran aventura: me mudé con mi familia a Argentina, invertimos en una finca de 3 hectáreas de olivos y nogales. Abrí un salón de eventos y construí un Foodtruck para ir a eventos, ferias, conciertos.
Fueron años inolvidables en este país tan bonito con gentes maravillosas y a la vez tan complicado de vivir.
Regresando a Europa en 2020, precisamente a Madrid, fundé mi propia consultoría y abrí una nueva crepería.
En paralelo, me "Formi Especializadi Certificadi" (citación de Julio César) en las relaciones humanas para entender cómo funciona el ser humano, más comúnmente llamado coach de vida y empresarial.
En 2021, abrí la crepería CrepAstral con el objetivo de abrir mi centro de formación "Crepe Academy".
Crepe Academy es la primera escuela de habla hispana en formar maestros creperos expertos en la elaboración de crepes saladas, dulces, gofres y ensaladas.
Ahora, dedico mi tiempo a enseñar todo lo que aprendí en 30 años a través de Crepe Academy.
Mi vida ha sido un camino poco convencional, y eso me enseñó que todo es posible: ningún obstáculo puede detenerte cuando crees en ti mismo y persigues tus sueños.
No comparto mis experiencias de vida para presumir de logros; lo hago para que descubras que no hay límites para lo que puedes lograr, sin importar lo que se interponga en el camino.
He ganado y he perdido, he aprendido de errores en los negocios, y hoy tienes la oportunidad de beneficiarte de ese aprendizaje con mis cursos y acompañamiento para evitar esos mismos errores.
¡Creer en ti es el primer paso!
Thierry Carayol
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⚠️Advertencia: Riesgo de "Creptomania"⚠️